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PAULA ANDREA PALACIOS MÉNDEZ

 

El desplazamiento forzado por la violencia, es una migración nacional involuntaria por causa del conflicto armado, donde el miedo es el principal factor que hace que las comunidades tomen la decisión de salir de sus territorios.

 

 Ésta problemática afecta principalmente en Colombia a comunidades campesinas, afrocolombianas e indígenas; privándolas de sus territorios y todas las connotaciones que hay más allá del simple espacio material. Es importante resaltar, que el territorio es un componente clave para la construcción y renovación social donde se definen referentes de identidad básicos que conforman la acción colectiva de la comunidad que lo habita. Por lo tanto, sea cual sea la comunidad el impacto que se genera al salir de un territorio donde se han construido representaciones simbólicas y materiales de quienes lo habitan; representa un primer punto de partida para abordar esta problemática. Sumado a esto, el hecho de llegar a un espacio nuevo (muchas veces desconocido), donde los procesos de acompañamiento son escasos constituye  un choque, para aquellos que están acostumbrados a un contexto y unas dinámicas diferentes.

 

Tomando la llegada a  las grandes ciudades como punto inicial para formular el proyecto, se realizó un análisis del impacto en dicho momento para las tres poblaciones nombradas anteriormente. Sabiendo que a pesar de que las tres poblaciones tienen como similitud habitar territorios rurales, al observar el contacto de los campesinos y afrocolombianos con las zonas urbanas, sus actores, tecnologías, etc., se evidenció que debido a que generalmente parte de lo que producen en sus tierras es vendido a la ciudad, y acceden a ella para abastecerse de elementos que requieren, éstas poblaciones generalmente tiene mayor contacto con ella, por lo tanto el choque inicial en la llegada al ser desplazados no es tan fuerte en comparación con otras poblaciones con menor contacto a urbes.

 

Para los indígenas, por su parte, la llegada a la ciudad les es más extraña,  generalmente lo que producen en sus territorios es para su propio sustento, y sus actividades se limitan en un contexto mucho más rural, menos intervenido por lo urbano, donde se relacionan únicamente con aquellos actores que los rodean en sus territorios, ya sean diferentes comunidades indígenas o fincas campesinas. Ésta es la razón principal para tomar la población indígena desplazada como sujetos para posibles proyectos y de desarrollo, debido a que es la que más choque le genera el contacto con la ciudad.

 

 

Por otra parte, es sumamente importante resaltar que a pesar de que desde el punto de vista cuantificable, los indígenas parezcan una minoría, es desde lo cualitativo donde se sustenta especialmente la urgencia de atención para estas comunidades. En primera instancia, ésta minoría produce grandes impactos en la mayoría, esto se puede evidenciar en algunos ejemplos como lo es el “Turismo étnico” o el hecho de que los mismos indígenas sean considerados “guardianes de territorio” protegiendo el patrimonio natural del país en 710 resguardos existentes y otros territorios que aún no han sido reconocidos por el estado.

 

 

Además se debe rescatar que estas comunidades deben ser tratadas diferentes, de manera que no se les deben aplicar soluciones generalizadas, debido a que tienen una carga simbólica y cultural que los diferencia de cualquier otra comunidad.  Más allá de la pérdida material, los grupos indígenas tienen pérdidas inmateriales cuando dejan sus territorios, debido a las representaciones que estos tienen en sus imaginarios. El estado reconoce a estas etnias como patrimonio inmaterial de nuestra cultura pues se consideran riqueza cultural, por lo tanto merecen que les sean respetados sus territorios sagrados, sus costumbres, creencias y forma de vida. Por lo tanto, este proyecto pretende fortalecer el arraigo cultural, devolviéndoles a los integrantes de las comunidades indígenas su autonomía por medio del retorno a sus territorios y la mediación con hábitats y objetos que les permitan reconstruir su identidad cultural.

 

Es entonces en la población indígena desplazada, donde se encontró una oportunidad de transformación. Tomando como partida el momento de llegada a las grandes ciudades y como objetivo principal lograr que las comunidades opten por el retorno  a sus territorios de origen como iniciativa para dignificar sus vidas y lograr un desarrollo y mantenimiento social autónomo, se basó la investigación en la vulneración de tres pilares expuestos por la  “Ley 397” de 1997; artículo 2; principios 3, 4, 6 donde se afirman respectivamente:

 

-“El desplazado y/o desplazados forzados tienen derecho a no ser discriminados por su condición social de desplazados, motivo de raza, religión, opinión pública, lugar de origen o incapacidad física”

 

-“La familia del desplazado forzado deberá beneficiarse del derecho fundamental de reunificación familiar”

 

-“El desplazado forzado tiene derecho a su lugar de origen”

 

EGORÒ

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